Granja de San Ildefonso

Elena Marquínez

 
Video: Bieito Álvarez
Diseño: Carlos G. Kindelán
Desarrolllo web: Luis Asensio 
Coordina: Eva Rueda

EL ESCENARIO DE LAS

CUATRO ESTACIONES

Reconocido por su historia, sus paisajes y su gastronomía, la Granja de San Ildefonso (Segovia) es el escenario perfecto de las cuatro estaciones. Abrazado por el Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama, desarrolla a lo largo del año una activa agenda cultural y practica, a diario, una calma a la que es fácil acostumbrarse. 

 

Lo suelta el alcalde nada más vernos: "El mejor modo de visitar el Real Sitio es caminar despacio y con la cabeza levantada". Nos espera la belleza propiciada por el hombre en la arquitectura y en la naturaleza". 

Dicho y hecho. Pero al primer paso sorprende lo bien que huele por aquí. El pinar de Valsaín , tan poderoso, y el vergel de los jardines del Palacio tienen la culpa. 

Esta mañana de octubre, en la que el sol nos guiña un ojo, paseamos por el municipio como quien se cuela en un perfecto catálogo sobre el otoño.

En la antesala de la zona palatina y sus jardines, secuoyas, pinsapos y laureles acogen al visitante que en en un despiste podría creerse en Suiza. Sobre ellos vislumbramos la torre y los dos chapiteles del Palacio Real. Parecen otras especies arbóreas. Pero no. Se trata de la Real Colegiata que nos da la espalda. Suenan sus campanas. Marcan las horas, los cuartos y las medias,  así que no hay despiste posible. 

 

La Granja de San Ildefonso

El mejor modo de visitar el Real Sitio es caminar despacio y con la cabeza levantada. 

José Luis Vázquez, alcalde de San Ildefonso

GSI

Reserva de la Biosfera

Entramos en los jardines y se cumplen todos los tópicos de la estación. La paleta de ocre, rojos y amarillos se desboca en matices. Los hay que buscan la foto de temporada en Central Park.

Las fuentes de Ovidio

Subimos desde la Fuente de la Selva, pasando por la Fuente de la Carrera de Caballos, y por el entorno del Laberinto, hasta llegar a un lugar inolvidable, el Estanque El Mar , donde resulta difícil creer que estás en Castilla.

Real Fábrica de Cristales

Sobre nuestras cabezas cuelgan las nuevas colecciones de lámparas. Están realizadas con botellas, compoteras, copas invertidas o floreros, y aportan la esencia de siglo XVIII que se refleja en una araña clásica para desembocar en los nuevos diseños del XXI.

Entramos en los jardines ...

 

y  se cumplen todos los tópicos de la estación. La paleta de ocre, rojos y amarillos se desboca en matices. Los hay que buscan la foto de temporada en Central Park en el corazón de Nueva York, y quienes no pueden con tantas horas de vuelo la cazan en los parques de París. Nosotros reafirmamos nuestra memoria sensorial en este punto privilegiado de la provincia de Segovia, cuyo entorno fue declarado Reserva de la Biosfera. 

Subimos desde la Fuente de la Selva, pasando por la Fuente de la Carrera de Caballos, y por el entorno del Laberinto, hasta llegar a un lugar inolvidable, el Estanque El Mar, donde resulta difícil creer que estás en Castilla. Bajamos por la calle principal. Y ahí vamos a encontrar los vasos de las diferentes fuentes que vamos a disfrutar, de los movimientos escultóricos de la Grecia o la Roma clásica. Rogaría que lo hicierais de la mano del libro “Metamorfosis”, de Ovidio”, conviene el alcalde, José Luis Vázquez. “En él se encuentran los episodios que se desarrollan en las fuentes. Elegid una de ellas, buscad ese episodio, y leedlo solos o acompañados. Será inolvidable. Después, un sorbito de agua en la Fuente del niño meón, y seguimos por los jardines.”

El jardín botánico se impone

Tras el traguito de agua fresca, y esquivando un par de ardillas que parecen velocípedos, el jardín botánico se impone. En su diseño incorporaron muy diversas variedades de árboles, además de secuoyas, castaños de indias, arce real, fresno, piorno de Guadarrama, abedules, cedro del incienso de
California. Más las especies florales, como la retama negra, el bonetero del Japón, la madreselva, el rododendro y la flor del tilo. Inspiramos sonoramente reconociendo aromas, y el alcalde se viene arriba. “Huele a solidaridad.  Son generosos -dícese de
los vecinos- para con el que viene, pero son inteligentes para consigo mismos, y ellos saben que viven en un paraíso que quieren compartir con los que nos visitan.”

Muy bonito el discurso pero en el municipio, se ponga como se ponga, a quienes venimos nos llaman “los veraneantes”.

Y aunque algunos matrimonien con los nativos, no se les apea el tratamiento. “Hay tres estadíos”, se defiende, “uno es el residente, otro el veraneante, que está permanentemente compartiendo y conviviendo con nosotros y que cada vez pasa fines de semana más largos, y el tercero es el turista. Residente y veraneante han conformado una identidad. Y ambos acogemos al turista.” A todo esto, estamos dando la espalda a la fachada principal del palacio desde donde nos vigilan, las Cuatro Estaciones, de frente vemos la Cascada Nueva y arriba, al fondo, el Costurero de la Reina.

Las fuentes más importantes del mundo

Sin el libro de Ovidio a mano, que el ayuntamiento me perdone, pero con una amiga con pedigrí de residente como guía porque al alcalde me lo entretienen mucho los vecinos, nos damos un salto a la Fuente de la Fama, demorándonos entre parterres perfectos. Y, tras saludar a Diana en su fuente, llegamos a la Fuente de las Ranas. No es un paseo ordenado pero qué buen plan es este de perder el tiempo sin dar explicaciones.

Se acerca el regidor con su orgullo de pertenencia.  “Tenemos las fuentes más importantes del mundo". Los ingenieros del siglo XVIII, aplicando solo lo que llamaban razón y ahora los expertos denominan sostenibilidad, utilizaron la teoría de los vasos comunicantes que hacen que la Fuente de la Fama adquiera una altura de cuarenta y siete metros, y que la Fuente de las Ranas genere un alarde tal que triplique, en tres movimientos distintos, lo máximo que alcanzaban en aquel momento en Versalles.

Las campanas recuerdan que se acerca la hora del aperitivo e iniciamos la ruta. Aquí lo sirven con tapa, a elegir entre patatas, revolconas, migas, torreznos y otras tentaciones, y antes de acometer tan difícil elección serenamos aun más el espíritu en un rincón singular, la Melancolía. Una calle a la que asomarse en silencio para no romper la magia.

El Real Sitio de La Granja de San Ildefonso es ...

... un conjunto de identidades urbanas, históricas, tradicionales, agrícolas, artísticas, industriales e internacionales.  Si existiera todavía el listín de teléfonos, aquel mamotreto para la chanza de millenials, encontraríamos apellidos italianos, franceses y checos "porque la génesis del asentamiento de esta comunidad viene de aquella pequeña unión europea que los ilustrados del siglo XVIII concentraron para diseñar, construir e implantar las manufacturas reales en el reinado de Carlos III". 

Entramos en la Real Fábrica de Cristales

El edificio, declarado Bien de Interés Cultural y joya de la arquitectura industrial europea del siglo XVIII, cumple con varios objetivos. Uno de ellos es preservar el oficio artesanal. Otro, divulgar a través del museo. Y el tercero, una responsabilidad formativa y educativa con el centro de formación tecnológico de investigación y desarrollo. También hemos tenido el privilegio de concitar el interés de artistas nacionales e internacionales. La diversificación del diseño es un objetivo importante. Sobre nuestras cabezas cuelgan las nuevas colecciones de lámparas. Están realizadas con botellas, compoteras, copas invertidas o floreros  y aportan la esencia del siglo XVIII que se refleja en una araña clásica para desembocar en los nuevos diseños del siglo XXI. En la nave principal, de cuya potencia arquitectónica fue responsable Díaz Gamones, aparejador real de Carlos III, 

encuentras el  reflejo de la arqueología industrial y es la demostración de la aplicación del conocimiento humano de forma sublime. Con la utilización de la energía motriz que producía el agua sobre las ruedas dentadas, se generaba empleo para decenas de trabajadores, tanto en el pulimiento como en el tallado y el molido de las materias primas. Nos paramos frente  a un artilugio sorprendente.

Es la Mesa de Vaciado que aparece en "La Encyclopédie" de Diderot y D`Alembert 

con la que consiguen hacer lunas de gran tamaño que después convertirán en espejos y exportarán a los grandes palacios de Francia e Italia.

Nadie más sabía hacerlo en Europa. Era un secreto muy bien guardado por los Maestros Vidrieros. De hecho, vivían en la fábrica en Régimen de Secuestro. No podían salir. Había que evitar el espionaje industrial.  

Real Fábrica de Cristales

Real Fábrica de Cristales

En el horno encontramos trabajando al Maestro Diego Mínguez, 

20 años en el oficio. "Tenemos el vidrio fundido a 1.400 º. Metemos la caña y damos vueltas para que se quede pegado a la punta y así lo sacamos del horno. Refrescamos la caña con agua fría y pasamos al banco de trabajo, donde se trabaja el vidrio con papel de periódico mojado y se le da la preforma. Se sopla, y luego al molde donde seguimos soplando y vamos rodando para que se vaya adhiriendo a las paredes. Y tú...¿quieres soplar?".  A veces, las personas saben hacer la pregunta adecuada en el momento oportuno. 

 

"Con la pieza casi hecha, dentro del molde, hacemos el 'tranchado'

que consiste en debilitar la zona que la une con la caña para soltarla fácilmente. Ya terminada, va al proceso de recocido". 

Y ahora sí, con ese chirimbolo de vidrio que una servidora ha soplado con ganas pero sin maña (véase el vídeo) me atrevo con el tema pendiente desde primera hora de la mañana. ¿Y qué me dice del judión de La Granja?. El alcalde tiene la respuesta. Pero es mejor una prospección directa en los restaurantes. La cosecha, aunque tardía, ha sido fructífera. ¡Qué aproveche!

P.D. Tras un almuerzo delicioso me he despedido de todas mis obligaciones. Me esperaban los jardines en paz. Tumbada sobre un banco y bajo un árbol protector. Yo que usted, haría lo propio un día de estos.

Más que historia

y jardines ...

Los judiones son la identidad agrícola de La Granja. La declaración de la marca de garantía por parte de la Junta de Castilla y León, hace dos años, los ha situado en el listado de élite de la Comunidad.  Nada que no supieran ya quienes manejan la cuchara con delectación. El vivero en el que se obtienen las semillas, ese huerto ilustrado que concentra las judías cuyo fenotipo permitirá lucir la sabrosa etiqueta, está a las afueras de La Granja.  Y la Marca, corrobora el alcalde, José Luis Vázquez, “ha propiciado que el conocimiento se haya convertido en oportunidad de generación de empleo, en reconocimiento, en diversificación de oportunidades en torno al judión como algo conocido y como actividad productiva con resultados.”

La letra g en color turquesa 

sobre un azul chillón, una marca de garantía de las que se ven sin gafas, identifica a los restaurantes
del municipio que aseguran trabajar con este producto… hasta que se termina. Y a partir de ahí, avisan de que el judión del plato es de otro pueblo. Es el caso de los restaurantes “Reina XIV” ó “Madrid”.

Nosotros probamos los del Parador, situado en lo que fue la Casa de los Infantes y que utiliza el edificio del antiguo cuartel general de Corps, que no hay manera de pisar una baldosa sin historia en este sitio tan real. Las características organolépticas de esa legumbre hacen que sea muy mantecosa y que, cuando la judía está en el paladar, se diluye el almidón con la funda, como todo uno. Lo consigue el clima, el agua y el suelo.

 El contraste de la noche y el día en los veranos, con un sol esplendoroso y un calor que supera a veces los 30º, y una noche en la
que la temperatura puede caer hasta 8º, hace que la funda esté tan agredida que se funde a la hora de la condimentación porque está
extremadamente frágil. Y nos invita, el alcalde, a descubrir las virtudes de la leguminosa en pleno invierno. “Su versatilidad se puede comprobar ese fin de semana de febrero en el que los restaurantes del Real Sitio nos ofrecen imaginativas recetas, en el concurso de tapas.” La cocina castellana nos repone del largo paseo, no vayamos a tener un bajón de algo. Sobre la oferta gastronómica, siempre acertada, del Parador, Henar Puente, la sumiller, nos aconseja con eficacia y nos deja elegir a nuestro aire. También, con una cocina que combina lo de toda la vida con nuevas propuestas, el restaurante “El hábito” es siempre una grata experiencia.

El café, con tranquilidad, con música, y con libro nos espera en la librería “Farinelli” donde, pura casualidad, nos encontramos al cronista de la villa. Y hasta aquí puedo escribir. Dejemos a los estudiosos que le den a la tecla. Es lo suyo. Y aquí hay mucha tela.