Cinco vidas en la frontera: empresas de seguridad privada

La Delegación del Gobierno obligó en 2017 a los empresarios de los polígonos del Tarajal a asumir la seguridad dentro del recinto para garantizar las condiciones básicas de supervivencia, argumentando que se trata de una zona privada. Esta decisión provocó que policías y guardias civiles hayan sido sustituidos por trabajadores de una empresa privada de seguridad que realiza dicha tarea, pese a las quejas y la resistencia inicial de los empresarios.

Unos quince hombres y mujeres de la sevillana Sehivipro patrullan cada día por las calles de la Fase II desde finales del año pasado. De los cuatro polígonos de esta zona industrial, situada a las faldas del barrio de El Príncipe, este es por el que los porteadores salen de camino hacia el paso exclusivo para ellos, al que tiene prohibido el acceso cualquier otra persona.

Ahí, a ese exterior, es a donde ha quedado limitada la presencia policial: un furgón de la UIP, con dos agentes, preparados para intervenir solo en caso de producirse incidentes de orden público. Que la carga en los almacenes se lleve cabo de forma organizada y que se respeten las colas hacia la salida del polígono es tarea de Sehivipro.

Sus empleados se muestran indignados con la imagen que algunos medios siguen dando de lo que allí ocurre. No se puede obviar la existencia de vídeos y fotos en los que mujeres y hombres, cargados como mulas, son tratados a empujones y porrazos pero piden que se especifique cuando se emitan que se trata de otra época. “Desde que nosotros estamos no ha habido ningún problema. Esta empresa está especializada en la gestión de grandes eventos y está haciendo bien las cosas”, coinciden, sin querer dar sus nombres y rodeados de una multitud con la que mantienen un trato cordial y a la que intentan ayudar en su ardua tarea.

Una de las medidas que han introducido es lo que denominan pecera, unas vallas colocadas haciendo zigzag antes de acceder a la puerta con el objetivo de evitar avalanchas. Al final de ese recorrido, los porteadores entregan a los vigilantes el ticket que han tenido que adquirir por dos euros al comerciante para poder recoger la mercancía. Es el segundo que necesitan para portear. El primero les ha sido entregado al final del Tarajal II y tienen que devolverlo cuando vuelvan a entrar en él en su retorno a Marruecos. De esos vales se ocupa Eulen, a instancias de la Delegación del Gobierno para contabilizar a los porteadores. Los empleados de esta segunda empresa de seguridad, responsables también de la organización dentro del paso, se niegan a hacer declaraciones. Un “no pienso dar información sobre mi trabajo” zanja cualquier pregunta.

Otras vidas en la frontera

Porteadoras del Tarajal

Tres mujeres, tres historias, y un denominador común, extensible a muchas otras de las mujeres que portean en el polígono del Tarajal, jugándose la vida cada día.

Porteadores del Tarajal

Abdel es de Tetuán y entre transporte y comida calcula que se deja unos 10 euros cada vez que se
traslada a Ceuta. Sus días de porteo son martes y jueves.

En el polígono

“Por una frontera digna” es el lema que ha conseguido unir a empresarios,  sindicatos y partidos de la oposición para exigir medidas contra la asfixia económica y la mala gestión.

Fuerzas de seguridad

Denuncian la falta de personal y de medios técnicos. Están sometidos a una fuerte presión y reconocen que no existen ni protocolo ni pautas claras a seguir.

Créditos

En este especial han participado: Araceli Guede (textos y entrevistas), Jorge París (fotografía), Guillermo Fernández Savater (vídeo), Carlos Gámez Kindelán (diseño y gráficos), Evangelina Casullo (producto) y Álex Herrera (coordinación y producción).